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jueves, 4 de noviembre de 2010

La Historia del Bambu Japones


LA HISTORIA DEL BAMBÚ JAPONÉS
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono, cuidado y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se impacienta frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, por favor!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros cinco años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el quinto año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡mas de 30 metros! (90 pies de alto) Ahora, ¿Qué piensa usted? ¿Tardó sólo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó cinco años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros cinco años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de cinco años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.

De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.

Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que "en tanto no bajemos los brazos" ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo, dentro de nosotros…

Estamos creciendo, fortaleciéndonos, madurando, creando nuestras bases.

Quienes no se rinden, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá sólo estés echando raíces...
Cuento Zen
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4 comentarios:

  1. Esta historia del Bamboo Japonés siempre me gustó, así como la parábola del sembrador que se relata en la Biblia. Todo comienza con sembrar la semilla. Luego viene cuidarla, alimentarla, protegerla y regarla con agua, para que un día retoñe. Mas la hora de la cosecha, todavía, será en otra época. En algunas ocasiones, no se requiere de tanto tiempo, para cosechar los frutos de algo que hemos plantado y cultivado de igual manera, con amor y paciencia, pero en otras, como en el ejemplo de esta historia, hay que saber esperar mucho más.
    Tus pensamientos (ideas) son las semillas que plantas en el campo fértil de tu mente. De la misma manera se cuidan y se hacen crecer, para poder cosecharlas un día en el mundo físico. El cuidado y la paciencia que le pongas, harán que se logren tus frutos. Protege, defiende y alimenta tus ideas (sueños) hasta que la época de la cosecha llegue. No importa lo que tengas que hacer, ni lo que tengas que esperar, sabiendo que tú recompensa será grande y satisfactoria. Vale la pena. Nunca lo abandones, las semillas mueren, los pensamientos (ideas) se duermen o pasan a otras personas.

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  2. Hola buen amigo Pedro,
    Gracias por compartir estas enceñanzas, son realmente estimulantes.
    En su última novela Eli Bravo dice: ...no pasa mayor cosa bajo un barco que avanza, solo una ola tras otra...
    Toda manifestación de crecimiento externo necesita una transformación interna que no es visible para los demás pero se siente en la confianza de quien experimenta el cambio.
    Saludos, Rafael A.

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  3. Asi es Rafa. Gracias por tu comentario siempre tan valioso. Un honor que me has hecho, hermano.
    Saludos,
    Pedro

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    1. Gracias tocayo, la verdad me impacto mucho esta información sobre el bambu, esto nos motiva a sembrar la semilla.

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